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Dominar los nervios es rentable

Postgrado de oratoria

Dominar los nervios es rentable 

En el mundo empresarial, hablar en público es un reto diario. Algunos estudios indican que en el 85% de los empleos, es imprescindible hablar en público. Sin embargo, a un número elevado de la población del mundo, hablar en público, le representa un problema.

El trastorno de ansiedad social se puede manifestar en distintos aspectos de la vida. Por ejemplo, al hablar con personas desconocidas, en las entrevistas de empleo o al ser preguntado por un profesor del instituto. Incluso la comunicación para tratar de pagar una compra al cajero del supermercado, puede generar una ansiedad desmesurada.

Por lo general, se cree que el trastorno puede deberse a una combinación de factores ambientales y genéticos. Sin embargo, la opinión que parece prevalecer es que las causas que provocan este trastorno son realmente desconocidas. Aunque algunos especialistas hablan de cuestiones hereditarias, si ese fuera el caso, resulta inexplicable que dentro de la misma familia haya miembros que lo manifiestan y otros no.

Estamos hablando del miedo fóbico, aquel que teniendo en cuenta la situación real, es excesivo, desmedido, irracional, incontrolable y persistente.

Descartado cualquier problema físico, por lo general, las recomendaciones más frecuentes para el tratamiento de esta fobia pasan por acudir a los especialistas en salud mental. Por lo general, los psiquiatras o psicólogos, prescriben tratamientos basados en la psicoterapia o en la farmacología.

La glosofobia, el miedo a hablar en público, es otra forma en que se manifiesta este trastorno. Sin embargo, a diferencia del trastorno de ansiedad social, la glosofobia responde habitualmente a un problema situacional directamente relacionado con hablar en público.

La persona que padece glosofobia, por lo general, muestra los siguientes síntomas:

  • Aumento del ritmo cardiaco.
  • Dificultades para respirar (hiperventilación).
  • Aumento de la transpiración y sudoración excesiva.
  • Vértigos o mareos.
  • Náuseas y/o vómitos.
  • Tensión muscular y temblores.
  • Alteraciones gástricas.
  • Sensación de irrealidad.

Como es obvio, las personas que llegan a esta situación, probablemente requieran de la ayuda de especialistas en el tratamiento de la ansiedad y las fobias. Sin embargo, la mayoría de las personas que no tienen ningún trastorno, cuando tienen que hablar en público, también se ponen nerviosas.

Al fin y al cabo, que el nerviosismo aparezca cuando uno tiene que hablar en público es racional y completamente normal y no debe ser un obstáculo para que, con la aplicación de técnicas específicas, se pueda vencer.

Un estudio realizado en Suecia, puso de manifiesto que hablar en público era el miedo social más común de la población sueca. Estudios y encuestas llevadas a cabo en otros países, indican resultados parecidos.

Por qué nos ponemos nerviosos

Cuando nos enfrentamos a una situación que nos inquieta, cualquier situación que interpretamos como un desafío, nuestro cerebro reacciona ordenando al cuerpo que produzca más adrenalina. Como consecuencia del aumento de adrenalina, nuestro cuerpo reacciona de forma automática y el ritmo cardiaco y la respiración se aceleran y aumenta la transpiración. Además, las manos, las rodillas y la voz tiemblan de forma descontrolada.

Para recuperar la normalidad es necesario reducir la ansiedad.

Cómo reducir la ansiedad

La preparación. Para prepararnos bien, tenemos que utilizar la empatía para ponernos en el lugar de las personas del auditorio, eligiendo argumentos que sean adecuadas para ellas.

La introducción. Quizás sea una buena idea comenzar leyendo las primeras frases de la exposición. Una vez que hayamos comenzado, es más probable que el nerviosismo desaparezca.

La convicción. Debemos estar convencidos de que la información que vamos a presentar es valiosa para las personas que la van a escuchar. Eso nos llevará a pensar que es más importante lo que decimos que nuestros nervios.

El bosquejo. Es importante preparar un bosquejo de ideas. Así, podremos hablar con mayor naturalidad, evitando leer cada frase que pronunciamos. Podríamos utilizar nuestras propias palabras y hablaremos más tranquilos.

El ensayo. La experiencia demuestra que es mucho mejor ensayar de pie y en voz alta. La realidad es que no hay atajos, Se trata de ensayar, ensayar y ensayar.

El entusiasmo. La evidencia demuestra que cuanto más entusiasmados estamos con nuestro discurso, menos nos preocupamos de nosotros mismos y resulta más fácil dominar los nervios.

Los saludos. Si tenemos la oportunidad, poco antes de la intervención, deberíamos tratar de saludar al mayor número de asistentes. Siempre resulta más tranquilizante hablar a personas que conocemos.

La experiencia. A medida que vamos teniendo más intervenciones en público, más fácil nos resulta expresarnos y dominar los nervios. Al fin y al cabo, aprender y desarrollar las técnicas de la oratoria es cuestión de práctica.

¿Es necesario eliminar todos los nervios?

Después de muchos años de experiencia, muchos oradores se siguen poniendo nerviosos.

En realidad, el nerviosismo no es necesario malo. Si se controla, puede ayudarnos a tener una intervención más enérgica y animada. Y desde luego, es una demostración de que nos importa quedar bien, de que ponemos interés en nuestra intervención y de que valoramos al auditorio que tenemos delante.

Así que, un poco de cosquilleo antes de cada intervención, nunca está de más.

La necesidad de hablar en público

Hablar en público eficazmente es vital para el desarrollo personal y profesional. Cuando se desarrollan habilidades persuasivas se gana influencia y competitividad, aumenta el impacto sobre los demás y se maximizan las posibilidades de éxito.

Sea lo que sea lo que se venda (productos, servicios, ideas, confianza), vender es una función clave que llevamos a cabo todas las personas y en todas compañías y entidades. Hablar en público eficazmente ayuda a generar confianza y a vender más y mejor.

¿Cuánto valor tiene generar esa confianza, tener la capacidad de comunicar con eficacia, convencer y persuadir a los oyentes?

Todos sabemos que, fabricar el mejor producto del mundo, no es suficiente. Para ganar, para vender, se tiene que comunicar que se tiene ese producto. Y hay que hacerlo con eficacia. De lo contrario, nadie lo comprará.

En los entornos tan competitivos en los que nos movemos, la única forma de diferenciarse es comunicando mejor. Para ganar a la competencia, se tiene que comunicar mejor que ellos. En igualdad de condiciones, siempre gana el mejor comunicador, el que es capaz de convencer y persuadir.

Es imprescindible aprender a dominar los nervios, presentar información de forma profesional, con argumentos convincentes, reteniendo la atención y el interés de la audiencia. Así veremos incrementada la autoconfianza, la autoestima, la motivación y la satisfacción personal.

Hay que superar los temores inútiles hasta ser capaces de hablar en público, mucho de nuestro éxito personal y profesional depende de ello. Como dijo Warren Buffet, uno de los más grandes inversores del mundo, “podemos aumentar nuestro valor en un 50% sólo aprendiendo a hablar en público, a comunicar mejor”.

Claro que una vez superado ese reto, el siguiente desafío será encontrar la fórmula para convencer, persuadir y motivar.

La formación en oratoria es rentable

La clave para aprender a dominar los nervios, está en desarrollar las técnicas de oratoria que nos permitan prepararnos adecuadamente. Cuanto mejor preparados estemos, más fácil será dominar los nervios.

Aprender a elegir argumentos adecuados, dominar las mejores técnicas de presentación y utilizar un lenguaje no verbal coherente nos ayudará a dominar los nervios. Y desde luego, teniendo en cuenta lo rentable que puede ser invertir en nosotros mismos, no deberíamos dudarlo ni un minuto más. Una formación de calidad es una excelente inversión. Dominar los nervios y hablar en público eficazmente puede significar la diferencia entre el éxito y la mediocridad, entre la credibilidad o la desconfianza, entre las pérdidas o las ganancias.

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